La película más taquillera del año no iba a librarse de nuestra opinión. Por supuesto hablamos de la más taquillera en España, que ya es suficiente bochorno. Si, queridos amigos, hoy hablamos de “Ocho apellidos catalanes”. (Nos vemos obligados a decir que en las siguientes líneas puedes encontrar spoilers, pero bueno, para el nivel de la película… pecata minuta).
No contento con el éxito que consiguió su predecesora “Ocho apellidos vascos”, Emilio Martínez-Lázaro nos ha querido deleitar con una segunda parte, que se trata básicamente de exprimir la historia como cuando estrujas una esponja hasta que sale la ultimísima gota de agua. Y es que esto ya parece más bien "España Directo".
Se nos presenta un argumento basado en los topicazos más absurdos, por supuesto con el independentismo catalán como bandera, que nos traslada a un tiempo después de que Rafa y Amaia hubiesen iniciado su preciosa y previsible historia de amor. Pero claro, ¿cómo conseguimos llevarnos la trama hasta Cataluña?, bueno queridos amigos, eso en el cine español no es ningún problema. Nos inventamos una trama nueva que tiene que ver con la anterior lo mismo que una pechuga de pollo y un solomillo.
Ahora resulta que Amaia se nos casa, con un catalán. Nos ha salido enamoradiza la chiquilla, y bueno, su padre y su querido ex tienen que recorrerse la geografía española para pararlo todo. Los personajes van llegando al pequeño pueblo donde se desarrolla la trama sin invitación alguna, como metidos con calzador.
Interesante, ¿verdad? Seguimos. Rafa sigue enamorado de Amaia, cosa rara, porque al parecer fue él quien cortó la relación, pero si has visto la película sabrás que es mejor no hacerse preguntas porque NADA TIENE SENTIDO.
¿Adivináis cómo termina? La verdad es que el final de la película es la gran sorpresNO. Otro final más que predeciiiiiiiible que pone la guinda al pedazo de ñordo que te acabas de tragar, y sí, amigo, por el que has pagado.
De todo este despropósito cinematográfico podemos rescatar algo, y son las actuaciones de Berto Romero, Karra Elejalde y Carmen Machi, pero vaya, que tampoco es tan difícil destacar sobre el resto del elenco.
Este es un claro ejemplo de cómo una película taquillera no tiene necesariamente que ser buena. Si “Ocho apellidos vascos” consiguió sacarnos un par de sonrisas, la segunda parte nos ha dado ganas de llorar.
¿En qué estará pensando Emilio Martínez Lázaro ahora? Quizás pretende cerrar una trilogía con un “Ocho apellidos inserte aquí su gentilicio”.
Tampoco tenemos mucho más que decir. En definitiva, una película más absurda que Espinete.
Nuestra puntuación: 1/10
Sin embargo esta es nuestra opinión, queremos saber la tuya.
Pobre Espinete...
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